15.2. Brasil y el Darwinismo social

Brasil recibió una importante influencia del pensamiento portugués, principalmente del núcleo de antropólogos poligenistas que surge en la universidad de Coimbra al crearse en 1885 la primera cátedra de antropología del país. Esta cátedra se convirtió en el centro de irradación del positivismo ilustrado portugués, que unido a su materialismo anticlerical se convirtió en encarnizado enemigo de la pretensión cristiana de un origen único para la humanidad. Las ciencias naturales se convertían así en instrumento simbólico para la lucha contra la iglesia. El naturalista Arruda Furtado (1854-1887), en una obra titulada “El hombre y el mono”, lo resumía de esta forma:

“¡Decís que el hombre fue hecho a semejanza de Dios! ¿Qué Dios es ese Dios vuestro, que se pone al espejo para poder hacer un bocotudo o un hotentote? ¿Es un Dios que hizo a un salvaje hediondo a su semejanza, teniendo ya hecho de antemano un mono menos hediondo que ese salvaje!”. Arruda Furtado (1881) O homen e o Macaco, Ed. Ponta Delgada.

Muchos de los principales patriarcas de la antropología física portuguesa utilizaban el término de hombres, empleado en el sentido de “seres humanos”, en referencia exclusiva a las razas blancas, mientras que el resto se consideraba un conjunto de variedades menos avanzadas del género Homo. Asi, por ejemplo, para el médico y antropólogo brasileño Francisco Ferraz de Macedo, el estudio del cerebro del “hombre” debía de relacionarse con el “cerebro de sus semejantes menos avanzados, como por ejemplo Bosquimanos, Hotentotes, cafres y otros”. Oliveira Martins (1845-1894) también consideró a estas poblaciones humanas como especies zoológicas diferentes del europeo.

“Compárese a un europeo con un chino, un indio americano, un negro, un hotentote, y de inmediato se reconocerán diferencias de un orden que no es lícito atribuir a influencias climáticas ni a la acción de los regímenes de las instituciones sociales”. Oliveira Martins (1880). Elementos de Antropología. Historia natural do Homen.

A finales del siglo se funda en la universidad de Oporto la Sociedad Carlos Ribeiro de antropología. En sus estudios debaten la “torpeza de los mestizajes deplorables” de la raza portuguesa en el “Brasil simiesco”, considerando cuestiones como la “imprudencia de la extensión de los derechos del hombre al negro”, y el problema de la utilización, o no, de “un mismo y gran Principio de la macaquería cafre y para la nobleza árica”.
En 1834 el paleontólogo danés Peter Wilhelm Lund descubre el llamado cráneo de Lagoa Santa en el estado de Minas Gerais (Brasil). Un cráneo con características negroides de hace más de diez mil años, dió pie a las más romcambolescas hipótesis poligenistas sobre el origen de los indígenas amazónicos como especies homínidas autóctonas del Nuevo Mundo. Además el investigador J.B. Lacerda intentó demostrar que la hibridación entre aquellos indígenas y los blancos era imposible debido a la enorme distancia biológica que separaba ambos grupos raciales. En un estudio que realizó sobre la dentición de los nativos amazónicos concluyó que estos habrían evolucionado autóctamente en grado animal:

“Pensamos que la conformación general de los dientes en la srazas indígenas de América como en un carácter de inferioridad étnica. Recorriendo toda la colección […] que existe en el Museu nacional, se descubre a primera vista una cierta animalidad impresa en la dentadura de los cráneos americanos”. J.B. Lacerda. Sobre a conformaçao dos dentes 1882.

En el caso de los indios botocudos, Lacerda consideraba que su físico, ya de por sí animalesco quedaba todavía más reforzado por los peculiares adornos que deformaban sus labios, todo lo cual daba

“a la fisionomía de estos individuos un aspecto de los más repulsivos. Sobre el punto de vista moral e intelectual son los botocudos la expresión de una raza humana en su mayor grado de inferioridad. Algunos conservan todavía la horrible costumbre de la antropofagia y con gran dificultad llegan a adaptarse al medio civilizado”. J.B. Lacerda. Botocudos, 1882.

El 1882 el darvinista Ladislao Netto, director del Museo Nacional de Brasil, realiza la Exposición Antropológica de Río de Janeiro, donde presenta a las razas indígenas brasileñas en un estado de degeneración con respecto a sus antecesores, quizá presentes en la tierra desde el periodo terciario. Fue precisamente Ladislao Netto quién divulgó el mito de que antes del descubrimiento de América por Cristóbal Colón, habrían desembarcado en Brasil adoradores del dios pagano Baal, y para ilustrarlo dijo que habría encontrado en la colina del Pan de azucar de Río de Janeiro una inscripción en paleo-fenicio que lo atestiguaba. Inscripción que luego se demostró que era un fraude. Para Ladislao Netto, los aborígenes brasileños pertenecían a una especie diferente a la del europeo y sus manifestaciones atávicas podían contemplarse aún entre la población mestiza del país. Esta reversión evolutiva de los mestizos se manifestaba por una intensa pigmentación en las mucosas bucales, los párpados, los labios, los pezones y los órganos genitales. Más aún:

“Se puede percibir un crecimiento de los labios y de las narices, a la vez que el mentón se retrae y aparece un olor nauseabundo en la transpiración axilar, denominado cantinga, el encrespamiento del cabello […] y la disminución del ángulo facial. A todas estas modificaciones hay que sumar una pronunciada indolencia, una apatía excesiva y un profundo estado de alienación o, mejor dicho, de inactividad intelectual, que recuerda muy particularmente a la estúpida ineptitud del negro. A este abatimiento, mientras tanto, se antepone un qué sé yo de lúbrico, como un estallido pujante de sensualidad animal, a los que sólo puede contraponerse como eficiente dique las normas de la más vigorosa educación moral”. Ladislau Netto, Do atavismo, 1882.

Para Netto las poblaciones “no occidentales” eran eslabones perdidos en la frontera evolutiva entre el hombre y el animal.

“Estudiados detenidamente los organismos en su ascendencia gradual, y bien apreciadas las cualidades superiores que logró adquirir la raza indogermánica, máxima expresión del perfeccionamiento humano, hallamos mayor diferencia entre los más cultos y los más bellos tipos de esta raza, y los más imperfectos y bestiales individuos humanos, que la que existe entre estos últimos y los gorilas y chimpancés”. Ladislao Netto. Ponderaçoes physiologicas sobre o uso do tembetá, 1882.

Justo después de la abolición brasileña de la esclavitud en 1888, el país inició un proceso de justificación racial de los privilegios de las élites el país. En 1894 Raimundo Nina Rodrigues fundador de la nueva antropología científica en Brasil, publicaba el libro “As raças humanas y la responsabilidad del Brasil”. En esta obra auguraba un futuro pesimista y decadente a Brasil bajo la premisa de que este estaba dominado por la etnia negra.
Otro escritor que influyó con sus obras fue el sociólogo Euclides Da Cunha (1866-1909). En su obra “La rebelión de los Canudos” refleja el pensamiento del darwinismo social y de la eugenesia que venía de EEUU y Europa. Allí dirá que el mestizaje en Brasil lo que estaba haciendo era anular las buenas cualidades de la raza superior, mientras estimulaba los atributos de la inferior.
En 1930 el sociólogo y antropólogo brasileño Gilberto Freyre (1900-1987) publica la obra “Casa Grande e Senzala”. Este fue el inicio de una trilogía de títulos en los que bajo la influencia de Franz Boas, desmontó todo el edificio racista que se había ido creando en los años precedentes por antropólogos y escritores influidos por el determinismo biológico y el materialismo racial. Esta obra fue una vasta labor de documentación en la que se recogían testimonios hasta entonces ignorados, anuncios de prensa y declaraciones de esclavos.

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